El
muro que divide los barrios de Las Casuarinas y Pamplona Alta, ubicados en San
Juan de Miraflores y Santiago de Surco, constituye una forma de segregación social que
fomenta la discriminación entre ricos y pobres. Por un lado, en Surco, se puede
observar las casas más suntuosas rodeadas de áreas verdes valorizadas en más de
5 millones de dólares, mientras que del otro lado, se vislumbran casas de
madera y plástico en medio de zonas desérticas que llegan a costar menos de 300
dólares.
La
construcción de este muro se inició en los años 80 como medida de protección
contra la inseguridad ciudadana, el terrorismo y las invasiones. En años donde
la migración de las personas del campo a la ciudad se acrecentaba y con ello
las invasiones a terrenos no habitados, los vecinos de Surco debían velar por
su seguridad. Fue así que idearon diferentes estrategias como colocar desmontes
y construir cercas.
El
principal argumento que utilizan los vecinos de Surco es la inseguridad,
problema que aqueja a todos los ciudadanos en nuestro país. Según el
observatorio de criminalidad del Ministerio Público, San Juan de Miraflores es
el sexto distrito con mayor incidencia de delitos. Entonces, si el problema de
inseguridad ciudadana en Lima se solucionara con la construcción de muros,
¿cuántos más harían falta? Sin duda, esto provocaría un aislamiento en cada
distrito y una desintegración social.
LAS INVASIONES
Según
explica el geógrafo, Manuel Santos, el primer hecho que enfrenta a las
poblaciones de Santiago de Surco y San Juan de Miraflores se registró en 1971
cuando comenzaron las invasiones en la zona de Pamplona. Aproximadamente unas
200 familias ocuparon un terreno de propiedad del Estado, por lo que la policía
intervino para desalojar a los invasores y como resultado dejó un muerto y
varios heridos. No obstante, las invasiones siguieron aumentando. Los invasores
de propiedad privada fueron re ubicados a otra zona, Villa El Salvador, mientras
que los invasores de terrenos no privados serían empadronados.
Años
después, en 1985, el colegio jesuita La Inmaculada Concepción construyó un
cerco perimétrico, debido a las recientes invasiones que amenazaban su
propiedad, sin autorización del alcalde de San Juan de Miraflores en un tiempo
récord de 5 días.
Esta
división no solo tenía como objetivo proteger sus terrenos sino obstruir el
libre tránsito hacia Surco, lo que perjudicó a los pobladores de Pamplona Alta
pues este camino solo les tomaba 15 minutos para llegar a sus centros
laborables y ahora deben recorrer el camino más largo gastando más tiempo y
dinero. Además
este muro no permite la creación de espacios públicos que conecten ambos
distritos. Sin duda alguna esta separación
pretende marginar a un grupo que pertenece a un nivel socioeconómico menor.
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