La
sencillez y humildad que emana se ve reflejado en su mirada, su forma de hablar
y en el trato que tiene con los demás. Hace catorce años que a Miguel Sarria lo
apodaron el “Galgo”, la semejanza que posee con el canino se puede constatar observando
su biotipo: flaco, fuerte y ágil. Aunque de mediana estatura, no se amilana
frente a sus rivales, destaca mucho por la velocidad y explosión que posee durante
sus combates.
Las
oportunidades para triunfar las ha conseguido mediante esfuerzo, dedicación y
sacrificio. Para muestra un botón: tuvo que dejar su carrera de periodista para
dedicarse íntegramente a competir y así conquistar su más grande anhelo: ser
campeón mundial, pero no solo una sino dos veces. Así, través de su ejemplo,
quiere demostrar que si él pudo cualquiera puede. El mundo del kickboxing ansía
nuevos talentos.
¿Qué te motivó a iniciarte desde muy
joven en el mundo de las artes marciales y luego dedicarte al kickboxing?
Mi
papá fue el que me inculcó desde los diez años a practicar artes marciales, entrenábamos
una o dos veces por semana. Pero fue a los doce años que me tomé en serio los
entrenamientos y me metí en una academia de taekwondo. A los quince comencé
a pelear en competencias y, sin querer,
a ganar metropolitanos, nacionales, universitarios. Sin embargo, a los
dieciocho dejé el taekwondo, porque me encontré con los deportes de full
contact: muay thai y kickboxing, y para mí fueron mucho más atractivos.
¿Qué diferencia
encontraste entre los deportes de full contact y el taekwondo?
La
diferencia radica en que el taekwondo es un deporte elitista en cuanto al tema
del biotipo, por lo tanto, tienes que ser un atleta. En cambio, en el kickboxing,
no es necesario ser atleta para ser campeón, depende de cómo tú te acomodes a
las peleas, si conectas bien un puñete o una patada. Se podría decir que es una
mezcla entre atleta y peleador.
También has practicado
muay thai e incluso lograste un título sudamericano, ¿por qué preferiste el
kickboxing?
He
sido peleador de muay thai hace muchos años, en realidad, siempre lo he
practicado y lo sigo practicando. He tenido peleas profesionales, sin embargo,
el kickboxing es lo que más me gusta porque va con mi estilo y es mi fuerte. Me
parece un deporte más duro, porque en el kickboxing tú puedes moverte mucho más
y golpear, a diferencia del muay thai, que es un ritmo más pausado. En el
kickboxing, caes en el clinch, el
cuerpo a cuerpo, te separan un instante y luego sigues peleando, una y otra
vez, en ningún momento paras de golpear, pelear y recibir, existe un
intercambio de golpes todo el tiempo.
¿Consideras el kickboxing como un
deporte extremo?
Sí,
por la dureza de la preparación y, en sí, del deporte. Saber que te vas a subir
a un cuadrilátero donde nadie más se va a meter y tener que liarte a golpes con
otra persona que hace lo mismo que tú. Además tienes que prepararte muy fuerte
físicamente y mentalmente, este deporte lleva tu cuerpo, tu mente, tu resistencia
y tu espíritu al extremo.
¿Cómo te preparas física
y emocionalmente para una pelea de gran magnitud?
Físicamente
trato de ser impecable: como sano, entreno duro, duermo mis horas, no salgo los
sábados, trato de llevar una vida de atleta. Veo cada pelea con mucha ilusión, por
eso me preparo bastante en el tema de estudiar a mi rival, saber si pega
fuerte, si es rudo o veloz y, de acuerdo a eso, adapto mi entrenamiento. Una de
las ventajas que poseo es que manejo un arsenal técnico muy amplio, debido a
que he practicado muchos deportes de contacto.
¿Cuál fue el momento que
marcó tu carrera como deportista?
Han habido varios. Uno de ellos fue cuando nació mi hijito. Estaba muy bien,
acababa de pelear para Fox Sports, sin embargo, tuve que retirarme un año para
asumir mi responsabilidad como padre. Ese momento marcó mi vida porque estuve a
punto de decir chau, hasta aquí llegó mi travesía en el kickboxing y muay thai.
Otro momento fue cuando perdí mi primer
título mundial. Cuando tuve la oportunidad fui retador en México y tenía 33
años, durante toda mi vida había luchado por esa oportunidad y la perdí en una pelea muy polémica que yo considero que
la gané. Incluso tenía un corte tremendo en la nariz, me quisieron coser, pero
yo preferí que me echen una goma especial para cortes. Fue un golpe muy duro
anímicamente. Felizmente tuve una segunda oportunidad en Lima y la gané.
Los deportes de combate, como el box,
kickboxing, muay thai, le han brindado al país muchas satisfacciones. ¿A qué
crees que se debe esta constante de logros
estamos teniendo en estos deportes a pesar del escaso apoyo de parte del
Estado?
Creo
que nosotros tenemos raza, somos una raza de luchadores, esa es la única
explicación. En eso y en nuestra cultura, nos parecemos muchos a los mexicanos,
ambos tenemos una cultura de combate muy grande. Sin embargo, acá recién te
apoyan cuando eres campeón. Es un esfuerzo individual que bajo esas condiciones
significan un doble mérito. Un deportista para dedicarse a esto, debe hacer
todo pensando en su deporte, y no preocupado por el qué van a comer sus hijos o
los pagos que deben realizar a fin de mes.
Tu carrera se ve acortada por estas dificultades.
¿Por qué consideras que mayormente
destacamos en deportes individuales?
Porque
tenemos esa cultura de no trabajar en equipo. Solamente destacamos
colectivamente en vóley y eso que por ciertos períodos. Todos somos
desconfiados, te lo digo porque he viajado mucho y he podido notar que en
algunos países te ofrecen una ayuda desinteresada. Hay muchas cosas que deben
cambiar, pero creo que tenemos la esencia.
Después del homenaje que
te hicieron en el Congreso en el 2012, ¿recibiste algún apoyo de parte del Estado
o de la Federación Deportiva Peruana de Kickboxing y Deportes de Contacto?
En
absoluto. Todo lo que he recibido ha sido de parte de la empresa privada, gente
que creía en mí por todo lo que había luchado. Lastimosamente la Federación
estuvo mucho tiempo sin presidente, con problemas internos terribles. Muchos
años no he pertenecido a una Federación e incluso me he peleado debido a los
robos e injusticias que existían. Era lamentable ver que las donaciones se las
llevaban otros o que en los viajes solo los “reclamones” comíamos. Fue
insoportable. El deporte en el Perú en vez de ser una solución para los
deportistas es un problema.
A tus 36 años y después
de tus dos títulos mundiales, ¿te sientes realizado deportivamente?
Sí,
no quiero pelear muchos años más, un par de años más y me retiro. Tengo otros
planes como entrenador en mi academia y también quisiera formar mi propia empresa.
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